Sun Tzu «el arte de la guerra, la estrategia y la calidad»

 

Hoy hablamos en el Diplomado que vengo cursando, del “Liderazgo” un punto neurálgico en las políticas de calidad aplicadas en las empresas….en el momento de descanso mientras tomaba una tasa de café conversando con el Ing.- Víctor Hugo Lobo Docente de este primer Modulo, me vino a la mente la analogía de “ejemplo de liderazgo” que mas me marco y llamo la atención en todos mis años de “curiosidad literaria” a tal punto que en ese momento llevaba con migo los libros a los que haré referencia a continuación….”El arte de la guerra y la estrategia–ZUN TZU- y “El arte de la guerra II” –Sun Bin-  le ofrecí  leérsela la historia y el me pidió que se la cuente…contarle una historia como esa, en un ambiente en el cual la atención la tiene dividida en 32 personas era algo difícil de hacerlo….y como era obvio no pude terminar de contársela de forma completa….cuando ingresamos a continuar con la clase mi hizo la invitación de terminar de contarle la historia o escribirla….  A medida que avanzábamos en el análisis de este concepto y la ves principio de la gestión de calidad normas ISO 9000:2000, extraído de los 8 principios de la gestión de calidad  mas claramente veía ese ejemplo de “Liderazgo” en la historia que les relato a continuación…

 

Gracias a este grandioso libro “el arte de la guerra y la estrategia” Sun Tzu, oriundo del Estado de Ch´i, logró que Ho Lu, Rey de Wu, le concediera una audiencia.(traducido a la época actual, fue a pedirle trabajo).

Y Ho Lu le dijo: Señor, leí los trece capítulos de tu obra; Los leí íntegramente  ¿podrás brindarme ahora una breve demostración del arte en el manejo de tropas? (Liderazgo).

Sun Tzu le contestó: “Si”

Complacido el Rey ordenó que enviaran ciento ochenta bellas mujeres del palacio ( en esa época era muy común que los Emperadores, Reyes y Príncipes tengan grupos de concubinas muy numerosos, esto debido a al cultivo Taoista de energía a través del sexo).

 

Entonces, Sun Tzu procedió dividiéndolas en dos compañías y luego ubico frente a ellas a las concubinas favoritas de Rey. Les enseño el modo de llevar la albarda (especie de bastón de mando) y a continuación les dijo:

¿saben donde tienen el corazón y donde la mano derecha, la izquierda y la espalda?

Las mujeres respondieron: “Si, lo sabemos”.

Y Sun Tzu les dijo: “cuando yo ordene –al frente- deberán ponerse de frente con el corazón hacia mi; cuando les ordene –a la izquierda- deberán girar hacia la mano izquierda; cuando indique –a derecha- giraran hacia la mano derecha; y cuando les  diga-hacia atrás- me volverán la espalda”.

Las mujeres dijeron: “te hemos comprendido”.

Luego de estas instrucciones se prepararon las armas del verdugo (para que se den cuenta que se estaba hablando muy enserio).

A continuación Sun Tzu reitero las mismas órdenes tres veces y las explico otras cinco veces; después de hacerlo dio con el tambor la orden: “Giro a la derecha”. Todas las mujeres estallaron en una gran carcajada.(sin comentarios….)

Sun Tzu dijo: “Si las instrucciones no resultan claras y las órdenes no han sido correctamente explicadas, quien tiene la culpa es el comandante”. Entonces volvió a repetir tres veces las órdenes y otras cinco veces las explicaciones; después dio con el tambor la orden de girar a la izquierda. Una vez más las mujeres rompieron en una sonora carcajada.(una ves mas, sin comentarios….)

 

Sun Tzu dijo: “ Si las instrucciones no resultan claras y las órdenes no han sido correctamente explicadas, quien tiene la culpa es el comandante. Pero si las reglas han sido claramente explicadas, y las órdenes no se llevan a cabo conforme a la Ley Militar, (en nuestro caso Gestión de calidad) quienes incurren en falta son los oficiales”. Dicho esto ordenó la decapitación de los capitanes (mujeres que daban las órdenes) de las compañías de la izquierda y de la derecha.

El rey Wu, que presenciaba la escena desde su terraza advirtió el peligro que corrían sus adoradas concubinas(esclavo del deseo). Presa del pánico se apresuró a enviar a uno de sus ayudantes con el siguiente mensaje: “Me he convencido de que el general es capaz de manejar a la tropa. Si me faltan esas dos concubinas mi alimento perdería sabor. Es mi deseo que no se lleve a cabo su ejecución”.

Esta fue la respuesta de Sun Tzu “Como fiel servidor he sido investido con el poder de comandante en jefe; cuando el comandante está al frente de las tropas no tiene la obligación de respetar las órdenes del soberano”.

Así fue como ordenó que, a modo de ejemplo, aquellas dos mujeres encargadas de dirigir las tropas fuesen ejecutadas. Entonces, las reemplazo  por las mujeres que ocupaban el grado inmediatamente inferior.

Repitió luego la señal con el tambor y sucesivamente las mujeres respondieron girando a la derecha, a la izquierda, al frente y hacia atrás; se arrodillaron y volvieron a erguirse cumpliendo estrictamente el ejercicio indicado. En ningún momento osaron quebrar el silencio con el menor ruido.

Sun Tzu comisionó entonces a un mensajero para que llevase al Rey la siguiente información: “El ejercito ya está adiestrado. El soberano ya puede venir a inspeccionarlas y a pasarles revista. Las tropas están en condiciones de ser utilizadas conforme a los deseos del Rey, sin detenerse ante ningún riesgo”.

Esta fue la respuesta del Rey de Wu: “El general puede retirarse a descansar. No es mi deseo pasar revista a las tropas”.

Sun Tzu afirmó: “El rey pronuncia palabras huecas. Es incapaz de llevar a la práctica lo que dice”.

Ho Lu se percato entonces de las verdaderas virtudes y de sus capacidades como “líder”  de Sun Tzu como jefe de ejército y lo nombró general.

Sun Tzu unifico gran parte de lo que ahora se considera territorio chino, tomando en cuenta las grandes distancias y las dificultades de la época, los problemas de logística y planificación, debieron ser terriblemente complicados, pero aplicando un “liderazgo de calidad” se logra los resultados que la historia nos trae como constante recordatorio de lo que pasó y lo que pasamos hoy en día..

 

“La guerra se gana con calidad.”

                                                           Alessandro Prado.

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